jueves, 5 de abril de 2012
Le quiero a él.
Cuarenta tablones dirigidos a él; noventa personas en un chat cuando
sólo buscas a una; ciento cincuenta números de teléfono en tu agenda,
pero dejarías sólo su nombre; trescientos ochenta libros en casa que te
recuerdan vuestra historia, aunque sea sólo en una palabra; quinientas
canciones que te sabes de memoria y que no dudarías en compartir con él;
mil suspiros que sólo llevan un nombre; tres mil sueños por los que
pagarías por repetir una y otra vez; horas y horas hablando por
teléfono, viendo sus mensajes una y otra vez, la foto que os hicisteis,
la que tienes guardada como el más preciado tesoro; y quince mil
sonrisas dibujadas, una por cada vez que recuerdas su olor, otra por
cada vez que oyes su risa, una más por esas veces en las que te dice que
no hay nada más que tú, otra por cada vez que os miráis y deja de
existir el mundo. Y hay muchas estrellas en el cielo o personas en el
mundo, pero es que me da igual que me digan que él no es para mí, porque
voy a seguir queriendo ver esa sonrisa y ese ceño fruncido a todas
horas, y voy a seguir pensando que dependo de él como una completa
imbécil.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario